La araña tejía su trampa mortal bajo el alero.
Tras los cristales, una pareja alzaba la voz. El ruido de un portazo la apartó de su tarea.
La mujer abrió la ventana y la telaraña se agitó. Unas gotas rodaron sobre el delicado hilo y la araña se apresuró a comprobar su red.
Bebió las lágrimas saladas, parpadeó con sus ocho ojos y regresó a su labor eterna.
Nada podía distraerla: ella siempre seguía tejiendo.
Este mes me atrevo con cuatro ‘Microcuentos Encadenados’.
La última frase de este microcuento será la primera frase del siguiente (aunque no contabiliza en el número de palabras).
Espero que os gusten.
¡Feliz lunes!
Pingback: Equilibrio – En el Jardín Inglés
Pingback: Locura (Amor) – En el Jardín Inglés
Pingback: Inexorable – En el Jardín Inglés