Su tiempo nunca se agotaría, mientras no alcanzara el final de la madeja.
El gato se regodeó al ver que a Juana aún le quedaba bastante labor.
Se tumbó perezoso, enredando el ovillo con sus patas. Los rayos de sol enhebraban la tarde y la voz monótona de su ama contando puntos le arrullaba.
“¡Maldición!”.
Sin más aviso, su señora estalló en ira y el felino se ocultó bajo el reclinatorio. Juana salió al encuentro de su amado alentada por los celos. Con las tijeras en la mano.
Éste es el tercer ‘Microcuento Encadenado’.
La cadena comenzó el día 3 de Octubre, con ‘Perseverancia’.
Y la frase de partida de hoy (que no contabiliza en el número de palabras), viene del anterior microcuento ‘Equilibrio’.
¡Feliz semana!
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