La primera vez que hablé con Carlota fue para discutir. Sí, así tal cual. Tuvimos un muy interesante intercambio de puntos de vista y de esto hace ya seis meses.
Desde entonces hasta ahora compartimos aventuras y {des}venturas. Me gusta su sinceridad, su frescura y su optimismo. Es una valiente y esta es su historia.
‘Hasta hace cuatro años yo era una escritora corriente que utilizaba un escritorio al uso en una habitación vacía de su casa. Tenía dos gatos y ellos se colocaban cerca de mí durante las sesiones de escritura para darme ánimos. Como verás todo muy normal; hasta que llegó Heidi a nuestras vidas.
Heidi es una preciosa gatita con unos ojos enormes que quitan el sentido. Nació en las calles y, por desgracia, tuvo un accidente en sus primeros meses de vida (espera que ya verás como enlazo luego esto con mi lugar de trabajo). El caso es que un martes por la mañana, Heidi llegó a un centro veterinario al borde de la muerte. Los trabajadores decidieron que poco se podía hacer por ella y la dejaron con una bolsita de agua caliente en la sala de ingresos pensando que no duraría más de dos horas. Sin embargo, cuando volvieron aquella misma tarde al centro vieron que había vuelto en sí. Todo parecía muy halagüeño hasta que se dieron cuenta de que tenía la mitad trasera de su cuerpo paralizada. Fue entonces cuando se dictaminó sentencia:
“Si no echa a andar para el viernes, habrá que sacrificarla.”
Y así, en una tensa calma, pasó la semana. Y ¿qué ocurrió el viernes? Claro está que no echó a andar. Apenada por la situación y antes de que pudiesen ponerle la consabida inyección, la saqué de la jaula y me la llevé a casa. Ahí comenzó un verdadero calvario para mi familia, ya que los cuidados que requería eran bastante duros.
Pasaron los meses y Heidi fue mejorando. Consiguió echa a andar, pero jamás recuperó el control de esfínteres, que así dicho queda muy fino, pero este pequeño detalle complica mucho la vida dentro un apartamento. Así que, mi maravilloso escritorio (por fin llego al meollo de la cuestión) tuvo que quedar abandonado en aquella habitación vacía y me vi obligada a desplazarme hasta la cocina (una de las habitaciones donde se permite el acceso a Heidi).
Oye, ¿y no la puedes dejar en la cocina y volver al escritorio a trabajar? Si me haces esta pregunta, es porque has oído la leyenda urbana esa de que los gatos son unos animales independientes que pasan de sus compañeros humanos. Mis tres gatos son todo menos independientes y como te dignes a irte a una habitación y cerrar la puerta, pueden aporrearla hasta tirarla abajo.
Así que… este es mi nuevo lugar de trabajo: la cocina de un pequeño apartamento en el centro de Elgeta un precioso pueblo de Gipuzkoa.’
(*) Las fotografías utilizadas son propiedad de Carlota.
Carlota es la autora de ‘Nubes de Octubre‘ y ‘Navidades en Tierras Altas‘.
Si has perdido tu creatividad, además te ayuda a recuperarla en 7 pasos.
•> La magia continúa <•