Sacude el viento las ramas de los árboles, arranca hojas y flores y las arrastra calle abajo.
Aúlla el viento sobre el tejado, se desliza entre las tejas y se cuela por las chimeneas.
Sacude el viento las ramas de los árboles, arranca hojas y flores y las arrastra calle abajo.
Aúlla el viento sobre el tejado, se desliza entre las tejas y se cuela por las chimeneas.
El Titán se hundía en el barro, herido de muerte.
…de lo que cenaste ayer? ¿Has desayunado hoy?
—No lo sé.
—¿Sabes quién soy?
Un botón azul.
De la camisa que llevabas la última vez que nos vimos.
Aunque no sabíamos que era la última vez.
En la rodilla izquierda, cuando apostamos a que no bajaba la cuesta y las ruedas de la bici patinaron en la grava a media altura. Mis primeros tres puntos en el orgullo.
Yo, tú y tu sonrisa sincera.
Sacamos cinco minutos antes de que salgas con el coche y yo vuelva a casa.
Miró el soldado al cielo rogando un amanecer limpio a un Dios en el que ya no creía.
Un fleco por aquí, otro por allá. Vuelves a leer, faltan palabras y sobran frases.
Miras su destello blanco y te devuelve la mirada como un cruel espejo. Ves tu cara de decepción, de bloqueo, de apatía, de hartazgo.
Miras la impenetrable pared de roca. Sabes lo que oculta tras su áspera superficie: un tesoro.