Un viejo pescador con un pasado confidencial, cinco mercenarios de élite en su busca y captura, una sobrina española de visita para conocer a su familia cubana y submarinos desaparecidos.
Si además se entremezclan con dinero, poder, corrupción, amenazas, torturas, prostitución, contrabando, teniendo como escenario de fondo una vibrante Cuba, no pongas excusas para quedarte fuera de esta aventura.
Adrián ha creado un personaje legendario, a la altura de James Bond o Jason Bourne, en una novela donde la acción, los escenarios y las tramas se entretejen formando un tapiz del que el lector no quiere escapar.
El libro comienza con un breve prólogo en el que Adrián sitúa el origen de la historia a partir de la entrada del Ejército Rojo en Berlín, en la primavera de abril de 1945. El lector descubre así la Operación Paperclip realizada por el Servicio de Inteligencia y Militar de los Estados Unidos para extraer de Alemania científicos nazis especializados en las llamadas súper armas: cohetes, armas químicas, experimentación médica, …
Esta Operación conllevará el hallazgo de irregularidades en los archivos alemanes en los que aparecieron submarinos de última generación con sus números alterados, llegándose a alcanzar una cifra de más de cien submarinos desaparecidos.
“Lo único que llegó a asustarme durante la guerra fue el peligro de los submarinos alemanes…”
(Sir Winston Churchill)
En la actualidad, Manuel Mendoza, un humilde pescador que vive en Cuba junto a su familia, recibe una inesperada llamada de Lucía, una sobrina española a quien no conoce. Se verá obligado a viajar a España y, a pesar de mantener un perfil muy bajo, las alarmas internacionales se disparan.
La sospecha de que tras la fachada de discreto anciano de costumbres sencillas, se esconda Heldrich —más conocido como “el Shadowboy”, un ex-espía carente de escrúpulos y con un pasado estremecedor—, provocará que la KGB contrate a un equipo de mercenarios de élite para capturarle… vivo.
Sin caer en los tópicos habituales del género, Adrián le da a estos personajes un pasado y un presente. Sus fortalezas, sus ambiciones, sus valores morales y sus complejos serán definitivos en la operación que han de llevar a cabo.
Y si te gustan los detalles bélicos, la tecnología y la estrategia —como a mí—, vas a disfrutar un montón con estos capítulos.
«Cada uno llevaba una pistola H&K con largo silenciador y una mira láser que le incorporaron bajo el cañón. En el cuello se instalaron radiotransmisores de banda larga, junto con gafas de visión nocturna. Los NVD (Dispositivo de Visión Nocturna), creaban sobre sus rostros un aspecto de soldados futuristas.
A sus espaldas, incorporaron un subfusil P90, también con silenciador.
Cuando terminaron, Duanys se percató de que más que mercenarios parecían soldados acabados de salir de algún videojuego.
―Listos —anunció el italiano—, ahora vayamos a negociar.»
Casi al mismo tiempo, Lucía partirá desde Madrid en un emotivo viaje para conocer a su familia cubana. Con su mejor guía turística bajo el brazo y un montón de ideales, descubrirá la auténtica Cuba de la mano de sus primos gemelos, Miguel y Mario, y su inseparable amigo, el Nava, un mulato de ojos color miel. Un viaje que marcará un antes y un después en su vida. Este cuarteto es mi favorito, irán de sorpresa en sorpresa, forzando y traspasando los límites de lo legal, hasta hacer un descubrimiento fascinante.
Genial la habilidad de Adrián para mostrar Cuba tal y como es, tal y como no la conocen los turistas. A través de los ojos de Lucía, el lector sentirá con ella la extrañeza de no disponer de cosas básicas, el desconcierto ante la limitación de los derechos y libertades, y la fascinación por los cubanos, su valentía y su entusiasmo.
Yo quiero, cuando me muera
Sin patria, pero sin amo,
Tener en mi losa un ramo
De flores, y una bandera.
(José Martí)
A este baile de protagonistas se unirán Gerardo, el capitán de policía, Duanys e Isabel; Armando Morales, conocido como el Shangó, e Irina, su esclava; el Chino,… a pesar de los saltos temporales y cambios de narrador, la lectura es ágil y sorprendente.
La historia de Isabel me pareció demasiado convencional y la de Irina muy sórdida. Dos extremos opuestos con puntos en común, en una aventura donde no todo es lo que parece.
Otro punto a favor del autor es el personaje de Omega, el primer travesti del pueblo de Tres Caminos. Bien construido, sin caer en trivialidades y al que no debes perder de vista. Es uno de mis personajes favoritos, junto con la gorda Mercedes, la cocinera de la unidad de policía. Apuesto a que Mercedes sabe mucho más de lo que aparenta, ¡se merece un spin-off!
En resumen, “A la captura del Shadowboy” es una historia compleja, en la que no está claro quiénes son los buenos, si es que los hay.
Narrada con un lenguaje sencillo y directo, desde la crueldad (excesiva para mí en algunos párrafos) con la que Adrián narra el maltrato, la violencia, la tortura y la prostitución, hasta el ritmo armonioso y, en ocasiones, nostálgico, con el que habla de los habitantes de una isla que quedó anclada en el tiempo.
Un libro arriesgado, intenso y sin punto final. Adrián, ¿para cuándo la segunda parte?
Y a todos los demás:
¡Feliz Lectura!